Hernia inguinal y útero con piometra

Diagnosticar una hernia inguinal o una piometra, suele ser habitual en la rutina clínica de un veterinario generalista, pero las dos juntas, no suele ser un diagnóstico / cirugía tan frecuente. En primer lugar, vamos a recordar los conceptos sobre hernias abdominales en el perro y sus definiciones más frecuentes.

Una hernia abdominal es un defecto o abertura en la pared de la cavidad del abdomen que en algunas ocasiones permite la salida (herniación) de alguna estructura abdominal (epiplón, útero, intestino, vejiga, etc).

La necesidad y la urgencia de reparar una hernia mediante cirugía debe ser determinada por el estado clínico del paciente, el contenido de la hernia, así como la posibilidad de incarceración o estrangulamiento del contenido herniado.

Una de las clasificaciones más habituales distingue entre hernias verdaderas y hernias adquiridas o falsas.

HERNIA VERDADERA: son congénitas, y consisten en defectos en el cierre de aberturas naturales, o simplemente debilidad en los tejidos que forman parte de las estructuras responsables del cierre. Tienen un revestimiento peritoneal (saco herniario) que cubre completamente el contenido de la hernia. En la mayoría de los casos son reducibles (procedimiento diagnóstico) y se reconoce un engrosamiento en la salida a través de la pared abdominal denominado anillo herniario.

HERNIA ADQUIRIDA O FALSA: suelen ser adquiridas (el paciente no nace con la hernia), no tienen un saco peritoneal (saco herniario) y se asocian en la mayoría de los casos a traumatismos o dehiscencia de heridas quirúrgicas.

HERNIAS INGUINALES

Una hernia inguinal es el resultado de un fallo (debilidad o cierre) en el anillo inguinal, que permite la salida del contenido abdominal.

El conducto o canal inguinal, es una abertura natural que permite el paso del processus vaginalis (proceso vaginal) que contiene el cordón espermático en el macho y permite el paso del ligamento redondo en la hembra. El paquete vasculonervioso formado por el nervio genitofemoral o genital, la arteria y vena pudenda también pasan a través del canal inguinal.

En este caso, la paciente había convivido con una hernia inguinal desde muy joven, posiblemente desde el nacimiento. La entidad que se puede apreciar en la imagen se desencadeno a raíz del último celo, coincidiendo con la patogenia habitual de una piometra.

La imagen ecográfica era muy clara con respecto a una colecta de líquido (imagen anecoica), destacando una estructura tubular, levemente lobulada, más interna con igual ecogenicidad , que más tarde comprobaríamos que era el útero. Igualmente, aunque no hubiera contado con un método complementario como la ecografía, las características clínicas de la hernia, no dejaban dudas de su contenido líquido. El planteamiento inicial incluía la vejiga dentro del diagnóstico diferencial.

El caso se resolvió sin problemas, dentro del tiempo quirúrgico habitual en estos casos, procediendo en primer lugar (ver video) a la identificación del saco herniario, apertura del mismo, aspiración del abundante líquido peritoneal, ovariohisterectomía y herniorrafia con sutura monofilamento absorbible. La piel se cerró en forma rutinaria.

IMPORTANTE. Hasta tener una evidencia científica que descarte la heredabilidad o predisposición hereditaria de las hernias inguinales, se debería considerar apartar de la reproducción a estos animales o bien sugerir su esterilización. Como rutina, siempre se debe valorar en la primera visita de los cachorros a la clínica la existencia de hernias o posibles hernias y notificar a los propietarios de la importancia de estas estructuras en futuros reproductores. Una presión abdominal suave, en una hembra sostenida por las axilas, puede delatar una futura hernia inguinal, en esta primera etapa.

El mayor retardo en el cierre posnatal del conducto inguinal en los machos para favorecer el descenso testicular, explicaría la mayor incidencia de hernias inguinales congénitas (verdaderas) en el macho.

 

https://youtu.be/0xbYCh2Yyl4
Video en el que se pueden apreciar detalles tan interesantes como la presencia del útero (piometra), la cobertura peritoneal (saco herniario) y la importante extensión de la cicatriz final.

BIBLIOGRAFÍA

Miller. Disección del perro. H. E. Evans; A. de Lahunta. 3º edición. Ed. Interamericana – McGraw Hill. (1991)

Mecanismos de enfermedad en cirugía de pequeños animales. 3º edición. M. Joseph Bojrab. Eric Monnet (2011)

Texto de Cirugía de los Pequeños Animales. Tomo I. Douglas H. Slatter. Masson. (1996)

Cirugía en Pequeños Animales. Segunda edición. Theresa Welch Fossum. (2004)

 

Artículo anteriorTumores del escroto en el perro. Mastocitoma
Artículo siguienteEl uso del FORMOL en la clinica diaria
A. ROMAIRONE DUARTE
Veterinario, PhD.