Pequeños trucos en la clínica diaria. “Vendajes pegados“
Un vendaje que se pega a la herida es una incidencia bastante habitual en la clínica de animales de compañía, sobre todo cuando la herida exuda debido a una superficie extensa sin poder suturar (cicatrización por segunda intención), muy frecuente en cirugía oncológica.
El momento del cambio de vendaje suele ser traumático para el animal, por la doble razón de “estar en la clínica” y porque “le duele” debido a las adherencias del vendaje.
Es posible evitar esta incomodidad con un sencillo manejo que consiste en hidratar el vendaje con suero fisiológico, agregar unas gotas de lidocaína y esperar 10 minutos.
Una vez alcanzado un nivel aceptable de anestesia local y lubricación se puede extraer el vendaje sin mayores inconvenvenientes para nuestro paciente. Con este manejo de la herida logramos cumplir un precepto médico imprescindible en nuestro ejercicio profesional: curar pero sin provocar mayor daño que el imprescindible siempre que no sea posible otra cosa.
Cuando se intenta cicatrizar una herida por segunda intención, la capilarización que favorece a la granulación que terminará cerrando el defecto quirúrgico tiende al sangrado con mucha facilidad, promoviendo una escara o costra que inicia un círculo vicioso de “extracción de la costra –> sangrado –> formación de nueva costra”.
NOTA. En muchos casos de cicatrización por segunda intención, sobre todo en extracciones amplias de tejido y piel en cirugía oncológica, utilizo miel para promover la cicatrización debido a sus conocidas propiedades en este procedimiento, pero si la frecuencia de cambios de vendajes no es como mínimo dos veces al día, es muy probable encontrar adherencias del vendaje a la herida.
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