Urolitiasis vesical y uretral canina
La secuencia de imágenes radiográficas de este caso tienen como objeto describir el diagnóstico y la forma de resolución de un caso de urolitiasis vesical con compromiso de la uretra peneana.

La aparición de hematuria suele ser el motivo de consulta, que permite al clínico iniciar el camino crítico, que le conducirá, a través de la radiografía o ecografía al diagnóstico de urolitiasis canina. En otras ocasiones, la disuria y/o polaquiuria son los signos clínicos referidos por el propietario (“le cuesta orinar”, ” se queja al orinar”, etc).

La indicación quirúrgica es clara, lo único que queda por determinar es la vía de abordaje: 1) por vejiga, 2) por uretra, 3) por vejiga y por uretra.
La respuesta en este caso, es la nº 1. Por vejiga.
La decisión está basada en una baja dificultad técnica para el acceso a la vejiga y su posterior sutura, contra una mayor dificultad técnica y posibles complicaciones de estenosis en un acceso uretral. Es importante tener en cuenta este detalle, así como el tamaño del paciente (en este caso un yorkshire terrier de 2 kgs).

Para facilitar la extracción por vejiga, se realiza una retropropulsión cuidadosa con suero fisiológico a través de una sonda uretral. No suele ser un procedimiento rápido, ni exento de riesgos para la integridad de la uretra. Requiere al menos de 20 – 30 minutos dependiendo de la cronicidad del cuadro clínico. Si los urolitos están muy adheridos a la mucosa uretral, se debe actuar con mucha delicadeza, introduciendo la sonda milímetro a milímetro, a la vez que se inyecta el suero fisiológico. También es posible ayudarse con pequeños toques de ultrasonidos (limpiador bucal) en la superficie de la sonda, evitando la producción de calor (solo pequeños toques). La sonda con el suero fisiológico transmite las vibraciones, y en contacto con el urolito, puede contribuir a su disgregación.
Una vez superado el impedimento al paso de la sonda, se envían todos los urolitos a la vejiga con el fin de ser extraídos mediante cistotomía.
Se aprovecha el paso de la sonda para eliminar la orina residual, inyectar aire o medio de contraste y poder obtener mayor información de la pared vejiga antes de la cirugía.
Por último, la imagen ventrodorsal en este caso, aporta poca información, ya que la mayoría de las estructuras óseas de la cavidad pelviana impiden la visualización de los urolitos vesicales, y una visión poco real de los urolitos uretrales.
