CASTRACIÓN OBLIGATORIA EN PERROS Y GATOS DEL ÁMBITO DOMÉSTICO

Resulta muy difícil separar el espíritu del anteproyecto de LEY SOBRE LA PROTECCIÓN Y DERECHOS DE LOS ANIMALES, del actual momento político, de la pugna de ideologías y como resultado de esta última, diversas y airadas expresiones de una sociedad muy polarizada, y cegada por la pasión, antes que aconsejada por la razón.

Después de muchas lecturas sobre este particular, he podido comprobar con una cierta tristeza, que este proyecto de ley enciende pasiones, desata la ira y los deseos de destruir hasta el último cimiento del pensamiento individual, solo por proceder de un lado o del contrario.

UNA DIVISIÓN INTERESADA. El amante intransigente de los animales contra el que padece zoofobia, y en el medio del bombardeo, el ciudadano moderado, el que profesa un sentimiento filial por su mascota, que se responsabiliza de ella, que cumple con los preceptos legales y sanitarios haciendo frente a los costes y las necesidades que tiene su animal de compañía.

Es muy probable que esta iniciativa, progresista y bienintencionada en esencia , si se hubiera sometido a un debate más sosegado, abierto y alejado de la necesidad de demostraciones de fuerza entre bandos rivales, hubiese recibido un consenso mayor, casi unánime por gran parte de la sociedad, ya que difícilmente alguien se opondría per se a que se incrementaran por ley las condiciones que garanticen mayor bienestar y seguridad a esos incondicionales seres con los que convivimos a diario.

Otro tema distinto sería si invitara a debatir sobre cuestiones que parten de puntos de vista irreconciliables cómo puede ser la caza, las corridas de toros y el bienestar de los animales destinados al consumo humano. De esta mesa de debate, se levantarían muchas personas que nunca negociarían sus principios, pero como esto supera el objetivo de este editorial, y lo considero privativo, al igual que la religión o las ideas políticas, de nuestra condición de individuos libres en cuanto a ideas y pensamientos, lo reservo para ser discutido con una urna electoral, cuando toca elegir a nuestros representantes y no en una pelea cuerpo a cuerpo con todo aquel que no piense como yo.

Entrando de lleno en el tema de la esterilización, no puedo dejar de expresar mi punto de vista en contra de su carácter de obligatoriedad.

Mi intelecto de ser libre entra en un estado de alerta ético y moral cuando pienso en cualquier situación que incluya la palabra obligación, siempre que se pueda elegir entre otras opciones como elección, educación, convencimiento y libertad de pensamiento.

Existen reglas de convivencia en un estado de derecho que no pueden ser sometidas a la libre elección, eso no es discutible, pero un animal que vive controlado por una persona responsable de sus actos, consciente de lo que implica tener un animal y es una persona autónoma en sus decisiones, no debería estar obligado de igual manera que otra persona que incumple los preceptos básicos de la tenencia responsable.

Reconocer la diferencia es la esencia de una democracia sana, madura y progresista. Igualar por lo bajo, no es justo. Los que no cumplen, que en todas las sociedades los hay (y los seguirá habiendo..) deberían igualarse a los que cumplen, que suelen ser la mayoría.

Como veterinario, y de acuerdo a los criterios de tenencia responsable, sin excepciones, informo a los propietarios de animales de compañía, (y me refiero exclusivamente a perros y gatos domésticos), sobre todos los aspectos implicados en la esterilización.

Los aspectos positivos como la prevención de enfermedades, evitar la frustración sexual y la sana convivencia en sociedad, evitando fugas, peleas, ruidos, etc, forman parte del discurso esperable por parte de un profesional comprometido hacia un propietario interesado en actuar de la mejor manera posible para su animal de compañía.

Pero también, debe formar parte de ese discurso, trasladar al propietario la información necesaria para afrontar, sin cirugía esos eventos naturales asociados a cada episodio reproductivo, que estando sujeto a la fisiología de cada especie, se limitan a períodos concretos y generalmente predecibles a lo largo del año.

Con la obligación de esterilizar se borra de un plumazo la opción de decidir por parte del propietario, y se asumen por imposición legal los aspectos negativos del procedimiento de esterilización.

Por último, en nombre de la prudencia, sería bueno que representantes y representados, de un lado y del otro, asumieran que los animales no son patrimonio de una ideología, y mucho menos un logro político que sirva a otros fines que no sea avanzar en una convivencia justa con los animales.

Queda mucho camino por delante hasta lograr una sana convivencia con la Naturaleza en su conjunto, pero si comenzamos el necesario diálogo entre las partes, con posturas irreconciliables, atacando a los que piensan distinto, los daños colaterales no sólo afectarán a los animales, las plantas y el medio ambiente, sino que harán más grande la actual brecha abierta en la sociedad.

Os invito a una reflexión tranquila, con argumentos científicos, pero también sociales, “porque aunque este tiempo (global) que nos ha tocado vivir parezca un retroceso, no es el apocalipsis, y en el fondo no deja de ser una oportunidad para la esperanza (Martha C. Nussbaum. La monarquia del miedo – 2018)”.

NOTA. Este excelente libro de Martha C. Nussbaum está enmarcado en muchos sucesos ocurridos desde la elección de Donald Trump en Estados Unidos. ¿Cabría mayor percepción de retroceso que en esta situación?. Aún así, de la lectura de la Monarquía del miedo se sale con ilusión y esperanza en un mundo mejor. Adrián Romairone Duarte

 

 

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A. ROMAIRONE DUARTE
Veterinario, PhD.