Cuerpo extraño corneal en un ejemplar de azor (Accipiter gentilis)
Este ejemplar de azor, dedicado a la cetrería, llega a la consulta con un blefaroespasmo agudo después de una persecución de una presa que acabó dentro de una zarza.
La rápida reacción del propietario limpiando el ojo con suero fisiológico, y la colocación inmediata de la caperuza, lograron proteger el globo ocular de una lesión mayor, producida por el continuo rascado con la garra ante la molestia del cuerpo extraño.

En un primer momento no fue posible reconocer la espina como cuerpo extraño corneal, ya que era de pequeño tamaño y se encontraba por debajo del epitelio corneal en forma casi paralela en la profundidad del estroma corneal, y no era posible vencer el espasmo del párpado y la movilidad continua de la membrana nictitante.

Se procedió a inocular anestésico local, 2 gotas cada 5 minutos, en un total de 3 veces. En el momento de ceder el dolor, se resolvió el blefaroespasmo y después de la tinción con fluoresceína, fue posible identificar la espina y comprobar la presencia de ulceración epitelial con pequeños bordes sueltos de epitelio.

Tratamiento
Mediante un bastoncillo mojado en suero fisiológico intentamos en un primer momento movilizar la espina hacia afuera, pero no fue posible debido a que no existía un extremo por fuera que pudiera ser enganchado y arrastrado por la textura del bastoncillo.
La segunda opción, que fue la buena, consistió en rescatar la punta más cercana de la espina a la superficie externa con una aguja de insulina montada en una jeringa llena de suero, que nos permitía trabajar e hidratar la córnea a la vez. Después de varios intentos, desapareció la espina y con ella la injuria corneal.
Se medicó con tobramicina colirio durante el día y tobramicina pomada por la noche más la sugerencia de no quitar la caperuza, salvo en los momentos previos a la eliminación de la egagrópila.
En una semana, solo quedaban restos de turbidez corneal y captación nula de fluoresceína.