Introducción
Por lógica disquisición, el perro doméstico, no caza, no desgarra sus presas, no ingiere primero las partes más blandas, llegando a la saciedad y despreciando los huesos, y sí tiene la gran desventaja evolutiva de estar al lado del hombre, lo cual le transforma en un receptor de comida y en una máquina de digerir alimentos.
Si a un perro se le ofrece un trozo de carne y oculto en su interior un hueso, se lo come,
de la misma manera que lo haría con otro elemento oculto, pero, si se ve obligado a desgarrar o morder por el tamaño del bocado, utiliza su dentadura primitiva, y por acción lateral de los premolares y molares, corta y tritura para formar un bolo facilmente digerible.
Luego, el perro doméstico, puede disfrutar con los huesos, siempre que el tamaño del mismo le obligue a ejercer la acción completa de masticación y no pase directamente a la deglución.
Sugerencia con respecto a los huesos en la dieta del perro doméstico.
Un perro doméstico:
a) No debe comer huesos astillables o vertebras de corderos, porque las aristas de los mismos son potencialmente peligrosas.
b) No debe comer huesos circulares (trozos caña) porqué se le pueden encajar en la mandíbula.
c) No debe comer carcasas de pollo como alimento exclusivo, porque la materia fecal resultante es de dificil tránsito intestinal, sobre todo en animales sedentarios o muy viejos.
Ver Perro comedor de huesos, un tópico peligroso.