COCOCRASH y su aventura gástrica…
La experiencia nos dice que cualquier elemento en la boca de un perro (o gato) puede convertirse en un cuerpo extraño en un abrir y cerrar de ojos. La ingestión de cuerpos extraños habitualmente se suele asociar a cachorros, pero en este caso, es un perro adulto, que se ha sentido atraído por el olor y el sabor de las piezas del cococrash, más que por su textura.
¿Porque olor y sabor? : porque las piezas del cococrash estaban siendo manipuladas por un niño que tenía las manos impregnadas por golosinas…
Como en la mayoría de los cuerpos extraños, nuestro paciente tenía vómitos infructuosos transcurridas 24 horas de haber ingerido ambas piezas del juego.
En el inicio de la exploración, después de distender el estómago, nos encontramos con la simpática imagen de una de las piezas del juego asomándose desde la región del antro pilórico y esbozando una amplia sonrisa, como diciendo: ¿me buscabas?, AQUI ESTOY!
Ambas piezas competían por el mismo espacio para salir del estómago, transformándose en el origen del vómito.
En un primer momento se intentó con una pinza de agarre (cocodrilo) pero el abundante moco y las características del material nos impedían el agarre de las piezas. Decidimos pasar a un lazo y tras unos breves minutos de colocación y captura de las piezas, procedimos a su extracción (una por una).
CONCLUSIÓN. Una muy buena respuesta a la anestesia, una manipulación rápida, no invasiva, y una experiencia más de ingestión de cuerpos extraños.