Anilla incarcerada en una ninfa
La extracción de una anilla que está oprimiendo la pata de un ave puede transformarse en un desafío, dependiendo del grado de inflamación de la pata, la existencia de compromiso vascular, el tamaño del ave y de disponer de material adecuado para el trabajo.
El inicio del proceso suele estar en la mala elección del diámetro de las anillas y el acumulo de restos epiteliales de descamación (ver flecha verde una vez extraída la anilla) asociados al recambio epitelial normal.
Es importante valorar el estado circulatorio y neurológico de la pata con el fin de emitir un pronóstico adecuado y ofrecer al propietario toda la información posible sobre las complicaciones que pudieran surgir durante la extracción, como fracturas y pérdida de vascularización total en caso de una extracción muy cruenta.
Salvo contraindicaciones propias del individuo, es aconsejable realizar la extracción con el animal anestesiado, con el fin de lograr inmovilidad más que efecto anestésico, ya que no se presupone como un procedimiento doloroso.
Una vez extraída la anilla y dependiendo del estado de la pata, se puede realizar un vendaje o no. Normalmente las psitácidas se quitan el vendaje con mucha facilidad, mientras que a otro tipo de aves no les suele llamar la atención.
El mejor instrumento de corte es un alicate convencional, pero que tenga la posibilidad de poder cortar sin tener que introducirlo en la anilla, ya que normalmente no existe espacio entre la pata y la anilla.
El corte se puede realizar en un solo movimiento, o como en este caso en varias etapas, comenzando por “marcar” la anilla poco a poco y aumentando el grosor del surco con leves aumentos de la presión sobre el alicate, hasta producir el corte definitivo.