Síndrome de Horner
Como su nombre lo indica, es un conjunto de signos clínicos, de los cuales destacan la miosis y la protrusión del tercer párpado como motivo de consulta. Ambos signos clínicos son los que el propietario manifiesta durante la visita al veterinario, mencionando la diferencia de tamaño entre ambas pupilas (anisocoria) y sobre todo “la telilla blanca” (tercer párpado) que tiene en el ojo.
Durante la exploración se hacen evidente otros signos clínicos como ptosis y enoftalmos.
Todos los signos clínicos están originados en un déficit de la inervación simpática (vía oculosimpática) del globo ocular.
Puede afectar a perros y gatos por igual. Sin preferencias de sexo.
Recordatorio anatómico
La inervación simpática del ojo se origina en el hipotálamo y desciende por el tronco encefálico y la médula espinal. En su recorrido, hacen sinapsis con nervios espinales (T1 y T3), inervando zonas torácicas (central o de primer orden), ganglio cervical craneal a través del tronco vagosimpático (preganglionar o de segundo orden) y por último (posganglionar o de tercer orden) los axones discurren en dirección del globo ocular para inervar su músculo liso. En este recorrido final, pasan a través del oído medio, explicando porque las otitis, compresiones o cirugías sobre esta zona pueden traducirse en un síndrome de Horner.
Diagnóstico
El diagnóstico del síndrome de Horner consiste en el reconocimiento de los signos clínicos mencionados, así como en la localización de la lesión (central, preganglionar o posganglionar). Por frecuencia de aparición, las lesiones reversibles en el recorrido posganglionar en su paso en relación al oído medio, suelen ser las más habituales, es decir, es de obligado cumplimiento la exploración del oído en un paciente, canino o felino con síndrome de Horner.
Existen pruebas, que basándose en la respuesta de hipersensibilidad a la desnervación de la zona afectada, y utilizando un simpaticomimético diluido, de uso frecuente en la clínica, como la fenilefrina, se puede lograr una respuesta de la pupila afectada (dilatación) y ausencia de respuesta en la pupila normal (por esa razón se debe utilizar la fenilefrina diluida). Son pruebas poco concluyentes, pero en caso de tener respuesta, ayudan a la localización de la lesión y confirmación diagnóstica.
Tratamiento
Todos los definidos para la etiología confirmada. En este caso, diagnosticada una otitis externa, se procedió a la limpieza del conducto auditivo externo, eliminación de ácaros (Otodectes cynotis) y tratamiento combinado en forma de líquido, aprovechando el momento de ponerlo para hacer una limpieza minuciosa del CAE.
Importante. En casos de disautonomía felina (síndrome de Key-Gaskell) también se produce protrusión del tercer párpado, pero la diferencia radica en la presencia de midriasis, mientras que en el síndrome de Horner la pupila presenta miosis.